Medición psicológica vs. Evaluación psicológica

Medición psicológica vs. Evaluación psicológica

Por Rafael Santiago Salas
Integrante SIEPSI

por: Rafael Santiago Salas Moreno

Los términos medición psicológica y evaluación psicológica pueden confundirse respecto a su funcionalidad, es decir, “para qué se usan” y “cómo se usan”. Esto sucede debido a que son utilizados en conjunto para dar respuesta a interrogantes en áreas clínicas, educativas, organizacionales, entre otras (Muñiz, 1998). Por este motivo, vamos a proceder a explicar, a grandes rasgos, las cualidades y usos de cada uno, para comprender en qué se diferencian y cómo se relacionan.

Generalidades de la medición y evaluación

Medición

¿Qué es la medición en psicología?

La medición se refiere a la acción de determinar cuántas unidades de medida posee un objeto o fenómeno específico. Dependiendo de la naturaleza de lo que se desea medir, se emplean distintas unidades o métodos. Por ejemplo, en física, para medir el efecto de una fuerza, se utilizan unidades como la fuerza de tensión (F) (Salanger & Anton, 2005). En el campo de la psicología, cuyo objeto de estudio es la psique humana, la medición se enfoca en recolectar datos cuantitativos y cualitativos sobre procesos psicológicos como la inteligencia, la atención, la ansiedad o el estrés, entre otros. Para ello, se han desarrollado constructos teóricos y diversos instrumentos que permiten organizar y cuantificar la conducta humana de interés.

En psicología, es posible medir fenómenos que reflejan cualidades psicológicas de manera objetiva. Por ejemplo, consideremos el rasgo de agresividad. Para medirlo objetivamente, se podría utilizar un cuestionario autoadministrado que proporcione un puntaje o índice de agresividad del individuo. Alternativamente, la medición también puede ser subjetiva si un psicólogo observador evalúa conductas agresivas durante una sesión y, al finalizar, otorga una puntuación en una escala, por ejemplo, del 1 al 10, según el nivel de agresividad observado.

Comprender qué es la medición y cómo se aplica para evaluar procesos psicológicos nos lleva a reflexionar sobre su uso práctico, sus objetivos y la importancia que tiene en la disciplina. La medición permite transformar aspectos complejos y abstractos de la conducta en datos concretos y comparables, facilitando así la intervención, el diagnóstico y el avance en la investigación psicológica.

¿Para qué sirve la medición psicológica?

Para entender mejor la utilidad de la medición, podemos recurrir a ejemplos cotidianos y familiares. ¿Para qué sirve medir una habitación? ¿O medir la altura de nuestros hijos o padres? Estas mediciones tienen un propósito claro: ayudan a tomar decisiones prácticas, como elegir el tamaño adecuado de un sofá para amoblar el espacio o resolver una discusión familiar sobre quién es más alto. De manera similar, la medición psicológica proporciona datos fundamentales que sustentan la toma de decisiones en diversos procesos psicológicos, ya sean individuales, grupales, de investigación, exploratorios o de intervención (Iraurgi et al., 2014).

En este sentido, la medición psicológica no es un fin en sí misma, sino un proceso orientado a responder preguntas concretas sobre el comportamiento o estado psicológico de una persona o grupo. Los resultados obtenidos a través de la medición ofrecen información objetiva que guía al profesional en la valoración, diagnóstico o planificación de estrategias de intervención.

Por tanto, la medición psicológica es una herramienta esencial para dar respuesta a inquietudes específicas, facilitando decisiones informadas y fundamentadas en datos confiables, que permiten optimizar la atención y el desarrollo en contextos variados de la psicología.

Evaluación

¿Qué es la evaluación psicológica?

La evaluación psicológica es un proceso clave para comprender el comportamiento, las emociones y las capacidades de una persona de manera profunda y sistemática. Según Fernández-Ballesteros, esta evaluación implica la recolección, análisis e interpretación de datos que permiten identificar fortalezas y dificultades individuales, y orientar intervenciones adecuadas. Por ejemplo, en un contexto clínico, un psicólogo puede realizar una evaluación combinando entrevistas y pruebas específicas para detectar síntomas de ansiedad o depresión, facilitando así un diagnóstico certero y un plan de tratamiento personalizado.

El evaluador, por su parte, juega un rol esencial que va más allá de administrar pruebas. Su experiencia y formación son determinantes para elegir los instrumentos correctos, interpretar los resultados con rigor científico y mantener un compromiso ético con la persona evaluada. Un evaluador experimentado sabe contextualizar la información recogida, captar matices importantes y evitar interpretaciones erróneas que puedan afectar el bienestar del evaluado.

Es importante entender que la evaluación psicológica no es uniforme y varía según el área de aplicación. En la psicología clínica, se enfoca en la salud mental y el diagnóstico de trastornos, mientras que, en la psicología organizacional, se orienta hacia la selección de personal, el desarrollo de competencias o el análisis del clima laboral. Estas diferencias implican el uso de técnicas e instrumentos adaptados a objetivos específicos y a distintas poblaciones.

Asimismo, mientras la evaluación clínica busca principalmente el bienestar individual y la mejora de la salud mental, la evaluación organizacional está dirigida a optimizar el desempeño y la productividad en contextos laborales. Esto requiere que el profesional adapte sus conocimientos y métodos a las particularidades culturales y estructurales de cada organización para que los resultados sean realmente aplicables y beneficiosos.

¿Para qué sirve la evaluación psicológica?

La evaluación psicológica sirve principalmente para comprender de manera profunda y sistemática las características, comportamientos y procesos internos de una persona. No se trata solo de obtener datos aislados, sino de interpretar esos datos en un contexto que permita identificar fortalezas, dificultades y necesidades específicas. Esto es fundamental para orientar intervenciones efectivas, ya sea en el ámbito clínico, educativo, organizacional o social. En esencia, la evaluación psicológica responde a la pregunta de “¿qué está pasando?” con la persona o grupo evaluado, brindando una base sólida para la toma de decisiones informadas.

Además, la evaluación psicológica permite establecer diagnósticos precisos y fundamentados cuando se trata de problemas de salud mental, o identificar habilidades y competencias en contextos laborales y educativos. Esto facilita la elaboración de planes de intervención personalizados que aumentan la probabilidad de éxito y bienestar. Por ejemplo, en un contexto clínico, una evaluación rigurosa puede revelar trastornos que requieren tratamiento específico, mientras que en una empresa, puede detectar las habilidades y limitaciones de un candidato para un puesto determinado.

  • La evaluación psicológica tiene como propósito comprender de manera profunda las características y necesidades de una persona o grupo para orientar intervenciones efectivas, facilitar diagnósticos precisos y apoyar la toma de decisiones en diversos contextos.
  • Teóricamente, la evaluación se basa en modelos y constructos psicológicos que explican el comportamiento humano, utilizando principios de validez y confiabilidad para asegurar que los métodos e instrumentos sean adecuados y pertinentes.
  • Desde la medición, la evaluación psicológica se fundamenta en la recolección sistemática de datos cuantitativos y cualitativos mediante pruebas estandarizadas que permiten transformar aspectos abstractos de la conducta en información objetiva y comparable.

Referencias

Espinoza E. & Toscano D. (2015). Metodología de Investigación Educativa y Técnica.              UTMACH. Recuperado de:                                                                                                      http://librodigital.sangregorio.edu.ec/librosusgp/B0060.pdf

Tristán López, A., & Pedraza Corpus, N. Y. (2017). La Objetividad en las Pruebas                    Estandarizadas. Revista Iberoamericana De Evaluación Educativa, 10(1).                                  https://doi.org/10.15366/riee2017.10.1.001

Muñiz, J. (1998). La medición de lo psicológico. Psicothema 10(1), 1-21. Recuperado de:                                  https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7442/7306

Salager J. & Anton R. (2005). MÉTODOS de MEDICIÓN de la TENSIÓN SUPERFICIAL o INTERFACIAL.             Cuaderno FIRP # 205. Recuperado de:                                                                                     https://firp-ula.org/wp-content/uploads/2019/06/S205_MedicionTension.pdf

Iraurgi, I., Gorbeña, S., Martínez-Cubillos, M.-I., Escribano, M., & Gómez-de-Maintenanta, P. (2014). Evaluación de resultados clínicos individuales: A propósito de un caso tratado con terapia        electroconvulsiva. Revista de Psiquiatría y Salud Mental, 7(4), 186–192.                                           https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2014.05.001

Fernández-Ballesteros, R. (2013). Evaluación psicológica: Conceptos, métodos y estudio de casos                     (2.ª ed.). Ediciones Pirámide. ISBN digital: 978-84-368-2870-2.

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