<strong>Funciones ejecutivas y su desarrollo en la infancia</strong>

Funciones ejecutivas y su desarrollo en la infancia

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Por: Diego Fernando Pulido Parra

Imagina que tienes que enseñarle a alguien cómo llegar de tu hogar a, digamos, un centro comercial. ¿Quién esperas que entienda mejor y más rápidamente las instrucciones, un niño de ocho años, o un adolescente de dieciséis? Probablemente alguien de dieciséis años, pero, ¿por qué? Esta es una pregunta sin una respuesta única y simple, pero parte de ella la abordaremos en este texto: las funciones ejecutivas.

Por muchos años se ha hablado de este tema, generalmente haciendo listados de las distintas funciones ejecutivas que existen, cómo influyen en nuestra vida, cómo se desarrollan, etc., pero son pocos los documentos académicos que las intentan definir. Uno de los términos más utilizados al hablar de las funciones ejecutivas es la autorregulación, a lo que frecuentemente se considera como la capacidad de controlar nuestros sentimientos y nuestras acciones, pero esta sigue siendo una definición amplia e imprecisa. Es Barkley (2012) quien propone una definición más precisa de ellas. Se pueden entender como aquellas acciones o medios que una persona dirige hacia sí misma, necesarias para elegir objetivos, y crear, realizar, o sostener acciones hacia ellos (Barkley, 2012, pág. 60). Con esta definición es importante entender que los objetivos son situaciones deseadas en las que se disminuye algún malestar (e.g., disminuir nuestra

Las funciones ejecutivas pueden clasificarse en cinco niveles (Barkley, 2012, pág. 62-68): (1) el pre-ejecutivo que involucra factores genéticos y cómo se expresan anatómicamente; (2) el instrumental autodirigido, donde se ven algunas funciones ejecutivas que ayudan a lograr los objetivos; (3) el metódico autodependiente, involucrando comportamientos relacionados con la independencia de la persona; (4) el táctico recíproco, donde se representan los elementos sociales de las funciones ejecutivas; y (5) el estratégico cooperativo, en el cual se evidencian procesos organizados jerárquicamente en el tiempo. Partiendo de un concepto básico de las funciones ejecutivas podemos abordarlas en mayor profundidad. Realizando un conteo de ellas, podríamos llegar a listar más de treinta funciones ejecutivas, pero Diamond (2013) ofrece una conceptualización más concisa y que permite resumir la información más importante del tema. Pueden resumirse en tres: memoria de trabajo o capacidad de atención mental; el control inhibitorio; y la flexibilidad cognitiva.

La memoria de trabajo, muy cercana al concepto de capacidad de atención mental, se encarga de mantener y manejar información por periodos cortos de tiempo (Diamond, 2013; Liew, 2011; Arsalidou, Pascual-Leone, Johnson, & Kotova, 2019; Arsalidou & Pascual-Leone, 2016; Arsalidou & Im-Bolter, 2017). Un ejemplo de esto es cuando debemos recordar el número de teléfono de alguien para enviarle un mensaje, pero luego de un rato ya lo olvidamos. El control inhibitorio es la capacidad de controlar nuestras respuestas atencionales, emocionales, comportamentales, y de pensamiento (Diamond, 2013; Liew, 2011). Un ejemplo se ve al controlar nuestro impulso de rascarnos cuando un mosquito nos ha picado. La flexibilidad cognitiva es la capacidad de modificar nuestro comportamiento y pensamiento en respuesta a los errores o a cambios en una situación (Stad et al., 2018). Un ejemplo de esto es buscar una ruta distinta cuando descubrimos que la ruta que siempre tomamos está bloqueada por arreglos en las vías.

Al hablar de funciones ejecutivas es importante hablar de sus correlatos neurológicos, es decir, de las partes del cerebro a las que se asocian. Podemos comprender el cerebro como un órgano formado por capas. La capa más externa es la corteza, y la corteza prefrontal, que queda más o menos arriba y atrás de nuestra frente, es la más asociada con las funciones ejecutivas. Es importante recordar que hay muchas otras áreas involucradas en este tema, y es una diferencia más de qué tan involucradas están, y no de si lo están o no. Saber esto resulta importante, pues nuestro cerebro cambia conforme vamos creciendo, y a esto lo llamamos desarrollo neurológico. El desarrollo neurológico no es exactamente igual para todas las áreas del cerebro. Algunas tienen momentos en los que presentan un desarrollo más rápido, y conocer esto nos ayuda a entender lo que pasa en el crecimiento de un niño o una niña, y a saber qué esperar en este proceso.

Hablando específicamente de las áreas asociadas a las funciones ejecutivas, se ha visto que tienen dos períodos de desarrollo más acelerado o intenso en la infancia. Estos periodos se ven a los dos, y entre los seis y los nueve años de edad (Ardila & Rosselli, 2007). Durante estos períodos se ven cambios importantes en las funciones ejecutivas, como la capacidad de recordar dónde dejaron un juguete hace unos minutos, o de escuchar a sus cuidadores y cuidadoras aun cuando hay otras personas hablando. En general es posible evidenciar cambios en estos aspectos durante toda la infancia, pero es en los momentos mencionados en los que se pueden esperar cambios más notorios. La memoria de trabajo o capacidad de atención mental muestra un desarrollo desde edades tempranas, pero su momento de mayor desarrollo en la infancia se da hacia los dos años, cambiando de manera gradual y siendo fundamental para las demás funciones ejecutivas. El control inhibitorio también se muestra desde edades tempranas, y su momento de mayor desarrollo llega cerca de los seis años (Rosselli, Matute, & Ardila, 2010). La flexibilidad cognitiva presenta señales de desarrollo a los dos años de edad, y su momento de mayor desarrollo comienza hacia los cinco años (Brooks, Hanauer, Padowska, & Rosman, 2003; Perner & Lang, 2002), mostrando diferencias importantes antes y después de dicho período sensible (Gopnik et al., 2017).

Todo lo mencionado hasta el momento resulta más relevante al considerar su relación con la vida más allá de la infancia. El adecuado desarrollo del control inhibitorio en la infancia se ha visto relacionado con menores conductas de riesgo y menor abandono de actividades escolares en la adolescencia, junto con una mejor salud, mayor sentimiento de logro y felicidad en la adultez (Moffitt et al., 2011). La memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva se han mostrado relacionadas con una funcionalidad mejor preservada en la vejez (Hasher & Zacks, 1988; Hasher et al., 1991). Estos son sólo algunos de los aspectos que se han visto impactados por el desarrollo de las funciones ejecutivas, pero los ejemplos son numerosos.

En este texto hemos visto una gran cantidad de información, y nuestro intento por comprender mejor estos temas nos puede dar mejores herramientas al encontrarlos en nuestra vida. Nuestros talleres Desafíate evalúan distintas áreas, incluyendo las funciones ejecutivas, y brindan espacios en los que se puede fortalecer su desarrollo.

Referencias

Ardila, A., & Rosselli, M. (2007). Neuropsicología clínica. Manual Moderno.

Arsalidou, M., Im-Bolter, N. Why parametric measures are critical for understanding typical and atypical cognitive development. Brain Imaging and Behavior 11, 1214–1224 (2017). https://doi.org/10.1007/s11682-016-9592-8

Arsalidou, M., Pascual-Leone, J. Constructivist developmental theory is needed in developmental neuroscience. npj Science Learn 1, 16016 (2016). https://doi.org/10.1038/npjscilearn.2016.16

Arsalidou, M., Pascual-Leone, J., Johnson, J. M., & Kotova, T. (2019). The Constructive Operators of the Working Mind: A Developmental Account of Mental-Attentional Capacity. The Russian Journal of Cognitive Science, 6(2), 44-70.

Barkley, R. (2012). Executive functions. The Guilford Press.

Brooks, P., Hanauer, J., Padowska, B., & Rosman, H. (2003). The role of selective attention in preschoolers’ rule use in a novel dimensional card sort. Cognitive Development, 18(2), 195-215. https://doi.org/10.1016/s0885-2014(03)00020-0

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Hasher, L., Stoltzfus, E. R., Zacks, R. T., & Rypma, B. (1991). Age and inhibition. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, 17(1), 163–169. https://doi.org/10.1037/0278-7393.17.1.163

Hasher, L., & Zacks, R. T. (1988). Working memory, comprehension, and aging: A review and a new view. In G. H. Bower (Ed.), The psychology of learning and motivation: Advances in research and theory, Vol. 22 (p. 193–225). Academic Press. https://doi.org/10.1016/S0079-7421(08)60041-9

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Moffitt, T., Arseneault, L., Belsky, D., Dickson, N., Hancox, R., & Harrington, H. et al. (2011). A gradient of childhood self-control predicts health, wealth, and public safety. Proceedings Of The National Academy Of Sciences, 108(7), 2693-2698. https://doi.org/10.1073/pnas.1010076108

Perner, J., & Lang, B. (2002). What causes 3-year-olds’ difficulty on the dimensional change card sorting task?. Infant And Child Development, 11(2), 93-105. https://doi.org/10.1002/icd.299

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Stad, F., Van Heijningen, C., Wiedl, K., & Resing, W. (2018). Predicting school achievement: Differential effects of dynamic testing measures and cognitive flexibility for math performance. Learning And Individual Differences, 67, 117-125. https://doi.org/10.1016/j.lindif.2018.07.006

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