<strong>Construcción de ítems dirigidos a población infantil</strong>

Construcción de ítems dirigidos a población infantil

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Por: Náthaly Mondragón Franco

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Cuando hablamos de construcción de ítems para elaborar una prueba de evaluación de habilidades o aptitudes, normalmente se piensa en un grupo de individuos con unas características típicas de la población. Además, las teorías alrededor de las que gira la construcción de ítems se basan en el estudio del proceso de respuesta de adultos, suponiendo que tienen un desarrollo cognitivo completo (Fuchs, 2005).

Según Vanette y Krosnik (2013), un proceso de respuesta requiere de una estrategia de optimización que tiene cuatro etapas. Primero, comprender la pregunta, sus términos y lo que pide; segundo, recobrar, de la memoria a largo plazo, la información necesaria para responder; tercero, analizar si esta información es suficiente para responder a la pregunta y finalmente, emitir la respuesta. A pesar de que esta es la estrategia ideal, un individuo podría satisfacer la necesidad de responder una pregunta siguiendo cualquier regla o principio sin haberla comprendido correctamente, por ejemplo, respondiendo siempre la misma opción en todas las preguntas. El uso de esta estrategia puede deberse a que la pregunta utiliza terminología complicada, que el evaluado no tiene las capacidades cognitivas para responder el ítem, que tiene fatiga o aburrimiento o que no está interesado en lo que se le pregunta (Krosnick, 2018). El uso de una estrategia sobre otra sugiere que es necesario diseñar adecuadamente las preguntas o tareas para tener una buena calidad en los datos de respuesta.

Al evaluar niños se debe tener en cuenta que pueden no tener las capacidades cognitivas, sociales o lingüísticas necesarias para dar respuesta a una pregunta o tarea, razón por la cual la construcción de éstas debe considerar estos factores y evitar su posible efecto en la toma de datos. Adicionalmente, el reporte de los padres o maestros sobre el comportamiento del niño ya no es considerado como una técnica suficiente de recolección de datos y, en cambio, es necesario evaluar las capacidades, aptitudes, actitudes y creencias del niño provenientes directamente de él (Bell, 2007) por lo que comprender cuál es el proceso de respuesta que lleva un niño es fundamental para mejorar el diseño de los tests.

El proceso de respuesta en niños se ha estudiado muy poco empíricamente. Un estudio importante es el de Fuchs (2005) en el que el autor encuentra que los niños menores de 14 años ignoran más frecuentemente la información del contexto para extraer un significado y también se ven afectados por el efecto de primacía en el orden de las respuestas, en comparación con los mayores de 14. Adicionalmente, este autor también encontró evidencia que apoya la hipótesis que afirma que los niños con capacidades cognitivas más desarrolladas, tomando la edad y el desempeño escolar como indicadores, responden a las preguntas o tareas de una manera más parecida a los adultos, es decir, como alguien que ya culminó su desarrollo neuropsicológico. Por el contrario, los niños con menor desarrollo de sus capacidades cognitivas tratan las preguntas de manera aislada sin tener en cuenta la estructura total de la prueba y se guían más por el orden de las respuestas o el valor numérico que se le de a la escala de respuesta. 

Con base en estos hallazgos y debido a la relevancia en el campo de la educación de evaluar más adecuadamente las capacidades y habilidades de los niños, presentamos algunas sugerencias y tips que se pueden tomar en cuenta a la hora de construir una prueba para niños, basándonos en el artículo de Bell (2007) quien es investigadora del Families and Children Research Group, en el National Centre for Social Research en Londres, Reino Unido. La autora brinda una serie de principios que pueden seguirse para incrementar la calidad del diseño de la prueba con el fin de aumentar la calidad de los datos que puedan recogerse con ella. 

  • Longitud de los ítems: Los enunciados deben ser cortos, sencillos y directos. Cuando se están evaluando temáticas que pueden llegar a ser complejas puede utilizarse una situación que ejemplifique o describa más ampliamente lo que se le está preguntando para luego formular un enunciado que lo evalúe.
  • Uso de las palabras: Deben usarse palabras sin significados ambiguos y un lenguaje sencillo ya que los niños tienden a tomar el significado literal de las palabras más frecuentemente que los adultos. También es importante tener en cuenta que generalizaciones como “todos los niños” o “niños como tú” implican un procesamiento adicional por parte del niño por lo que deben ser evitadas. Las preguntas deber estar explícitamente dirigidas al niño.
  • Formulación de la pregunta: Los ítems con estructuras complejas, que se refieran a situaciones abstractas o hipotéticas o que utilicen  una negación en su enunciado son problemáticos para los niños por lo que es necesario evitarlos.

  • Medición del comportamiento: Si se requiere evaluar situaciones que han ocurrido en el pasado del niño se debe tener en cuenta que su memoria episódica, o la capacidad que tiene el niño de recordar eventos pasados, no es la misma que la de un adulto, es decir, puede que el niño haya manifestado el comportamiento pero que al evaluarlo no lo recuerde. Es por esto que para evaluar este tipo de comportamientos se debe buscar una estrategia diferente a las preguntas directas. Si el comportamiento que se quiere medir es el que el niño manifiesta usualmente, es mejor utilizar un periodo corto de tiempo concreto con el que el niño se pueda comparar, es decir, se puede evitar preguntarle al niño “usualmente, ¿Qué tan frecuentemente haces deporte?” y en su lugar, preguntarle “en la última semana, ¿Cuántas veces hiciste deporte?
  • Sugerencias al preguntar: Debido a que algunos niños sienten que deben complacer o deslumbrar a los adultos, deben evitarse las palabras o entonaciones que puedan sugerir una respuesta, tanto al hacer la aplicación de la prueba (si es en el contexto de una entrevista personal) como en la misma estructura de la prueba, es decir, que el orden de las preguntas no  sugiera una respuesta específica. Por ejemplo, preguntarle a un niño “¿cómo es tu desempeño académico en matemáticas?” podría alterar las respuestas que dé en adelante. Si el niño trata de impresionar al evaluador diciendo que sí tiene buen desempeño académico en matemáticas, cuando se le apliquen ítems de razonamiento matemático, su desempeño se verá influido por esa respuesta anterior.
  • Cantidad de opciones de respuesta: Los niños menores de 11 años no podrían recordar demasiadas opciones y tampoco podrían notar diferencias demasiado sutiles entre ellas. Los niños de todas las edades podrían responder fácilmente preguntas de si/no, los mayores de 11 años podrían tomar en cuenta de 4 a 5 opciones mientras que los más pequeños tomarían en cuenta de 3 a 4 opciones.
  • Orden de las opciones de respuesta: Teniendo en cuenta que puede presentarse un efecto de primacía (lo primero que lee, ve o escucha) cuando las opciones de respuesta son presentadas directamente al niño para que las vea o un efecto de recencia (lo último que lee, ve o escucha) cuando las opciones son leídas, se sugiere colocar la opción más popular o correcta en un lugar diferente, es decir, entre las tres últimas opciones si las opciones se le presentan al niño o entre las tres primeras si las opciones son leídas.
  • Escalas de respuesta: Las escalas en las que cada punto tiene una descripción verbal son la mejor opción para evaluar niños en comparación con aquellas que solo tienen numeración. Adicionalmente, las escalas que cuentan con imágenes que describen los puntos de la escala también son una buena alternativa.
  • Opción “no sabe/no responde”: Esta opción debe incluirse únicamente en el caso de que la respuesta “no sé” sea válida para una pregunta. De lo contrario, los niños que se sienten fatigados, aburridos o desinteresados pueden responder a las preguntas con esta opción y la calidad de los datos se verá afectada.

Una sugerencia final que nos hace la autora es probar la prueba para encontrar algunos indicadores de un mal funcionamiento como una alta frecuencia de ítems dejados sin responder o patrones inconsistentes en las respuestas o que también puede aplicarse una entrevista cognitiva para probar un test y comprobar si el procesamiento que se está llevando a cabo es correcto.

Referencias

Bell, A. (2007). Designing and testing questionnaires for children. Journal of Research in Nursing, 12(5), 461-469.

Fuchs, M. (2005). Children and adolescents as respondents. Experiments on question order, response order, scale effects and the effect of numeric values associated with response options. Journal of Official Statistics, 21(4), 701.

Krosnick, J. A. (2018). Questionnaire design. In The Palgrave handbook of survey research (pp. 439-455). Palgrave Macmillan, Cham.

Vannette, D. L., & Krosnick, J. A. (2014). A comparison of survey satisficing and mindlessness. The Wiley Blackwell handbook of mindfulness, 1, 312.

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