Estimulación temprana: ¿sabemos realmente en qué consiste?

Estimulación temprana: ¿sabemos realmente en qué consiste?

Por: Tatiana Sierra
Integrante SIEPSI

¿Tiene algún efecto poner música de Mozart sobre el vientre durante la gestación?, ¿técnicas como videos o ejercicios pueden aumentar la inteligencia de los niños?, ¿es necesario llevar a los niños a centros de estimulación temprana para que tengan un mejor desarrollo?

Estas preguntas están relacionadas con la Estimulación Temprana (ET), práctica que ha adquirido creciente popularidad entre padres y educadores en los últimos años. Según Google Trends, el promedio de búsqueda en los últimos 10 años en Colombia refleja el interés sostenido por el tema, alcanzando un punto máximo de interés en el 2012. La ET surge de la búsqueda de apoyos para mejorar el desarrollo de niños y niñas que se encontraban en situaciones adversas, como institucionalización, malnutrición y/o estado de pobreza. Así mismo, también estaba dirigida a infantes con factores de riesgo, como bajo peso al nacer y prematuridad, pues había una alta probabilidad de que desarrollaran algún trastorno del neurodesarrollo como Síndrome de Down o Parálisis Cerebral. Posteriormente, estas técnicas se extendieron a cualquier niño o niña entre los 0 y 6-8 años, apoyándose en el descubrimiento de que la plasticidad cerebral (capacidad de las neuronas para cambiar en función de la experiencia) alcanza su mayor punto durante los primeros años de vida.

Actualmente, el objetivo de la ET es potenciar las habilidades de los más pequeños, previniendo los retrasos en el desarrollo, desde el abordaje de cuatro áreas principales: la cognitiva, la lingüística, la motriz y la socio-emocional; aunque es habitual escuchar expectativas en los padres como aumentar la inteligencia de los niños, hacerlos más competentes en su vida académica y acelerar su desarrollo. Sin embargo, la mayoría de estudios científicos que respaldan la efectividad de estos programas son en niños con dificultades en el proceso de desarrollo o en modelos animales, principalmente ratas, donde incluso se ha encontrado que algunos tipos de estimulación no generan el efecto favorable que se esperaba (Brenes et al., 2016; Pietropaolo et al., 2004).

Pese a lo prometedor de las técnicas de ET, la evidencia que respalda su efectividad en toda la población infantil son divergentes; por un lado, hay quienes aseguran encontrar una mejora en las habilidades psicológicas y escolares de los niños (p.e Ramos, 2019) mientras otros, como Anna Lucía Campos (2014), experta en Neuroeducación, catalogan la idea de implementar ambientes demasiado enriquecidos en los primeros años de vida para potenciar el aprendizaje como un “neuromito”. Lo anterior se ve respaldado por la poca evidencia con rigor científico que apoye la obtención de los resultados sugeridos por la ET en niños con desarrollo normativo.

Un ejemplo de ello es el estudio realizado por Sibaja et al. (2016) en Costa Rica donde se analizaron las técnicas de ET más utilizadas por diferentes centros que ofrecían este servicio. Entre ellas se encontraron: “Doman-Delacato (16%), Snoezelen (6%), Point (6%) y Bebé Políglota (4%). El porcentaje restante se distribuyó en respuestas varias, muchas de las cuales no categorizan como métodos de ET” (Sibaja et al., 2016, p.148). De las primeras tres técnicas, ninguna cuenta con respaldo científico de su efectividad en infantes sin dificultades en el desarrollo, ya sea por sus resultados negativos, nulos e inconclusos y/o fallas en el rigor científico de los estudios. Respecto a la última técnica, el Bebé Políglota, los autores mencionan un estudio donde los niños sometidos al programa de entrenamiento bilingüe presentaban mejoras en el reconocimiento de palabras y en las puntuaciones de la escala WPPSI-RIII, una prueba que mide la inteligencia en niños y niñas entre 2 y 7 años. Sin embargo, este estudio no realizó asignación aleatoria de los grupos siendo el grupo experimental quien siempre mostró puntuaciones más altas, incluso desde antes de la intervención, y quien tuvo un tiempo más prolongado de exposición al programa. Entre otros resultados del estudio, se encontró que el 50% de los padres usuarios de los centros estudiados tenían como principal interés potenciar el desarrollo de sus hijos. Por otro lado, solo el 43% de los trabajadores en los centros de ET asegura conocer o utilizar algún tipo de instrumento para evaluar la efectividad de las intervenciones que realiza.

Respecto a una de las consecuencias más destacables de la ET, Tresserra (2016) menciona la sobreestimulación. Esta consiste en exponer al bebé a una cantidad excesiva de estímulos para su momento de desarrollo, por lo que no tiene ni el tiempo ni los recursos cognitivos necesarios para procesar adecuadamente toda la información que está recibiendo. A pesar de la poca literatura científica encontrada al respecto, esta autora resalta tres implicaciones puntuales de la sobreestimulación en modelos animales y en humanos: 1) el entrenamiento de tareas demasiado complejas para el momento de desarrollo puede producir dificultades posteriores en el aprendizaje, 2) la sobrecarga de estímulos afecta la atención sostenida y la percepción y 3) una inadecuada aplicación de técnicas de estimulación temprana puede generar niveles de estrés que podrían influir en el desarrollo óptimo de las funciones ejecutivas. Respecto a este último aspecto, tanto los centros, como los padres o cuidadores que intenten realizarlo desde casa, pueden caer en el error de estimular inadecuadamente a los niños, contribuyendo al aumento de sus niveles de estrés, los cuales se reflejan fisiológicamente en un incremento de la sudoración, dificultad para respirar y náuseas.

Si bien en internet se encuentra una gran cantidad de blogs, páginas y videos que abordan el tema de sobreestimulación en los niños y sus consecuencias negativas, los invitamos a ser muy cautelosos y críticos con el contenido que circula por la web pues, en medio de nuestra búsqueda, notamos que las fuentes de consulta que presentaban en estos sitios (si las presentaban) muchas veces no soportaban de manera adecuada la información brindada o no provenían de estudios científicos. Esto llama la atención sobre otro fenómeno: la dificultad para encontrar y acceder a producción científica y rigurosa sobre la ET a pesar del evidente impacto que tiene sobre la sociedad y la población infantil. 

Así mismo, está bien documentado en la literatura el factor de riesgo que supone crecer en ambientes poco estimulantes, ya que pueden generar problemas a largo plazo tanto en la salud física y psicológica como en el desarrollo social y cognitivo de los niños y niñas, lo que en última instancia puede afectar su éxito y adaptación académica. Aunque estar en condición de pobreza, el maltrato y el abandono son algunos de los principales escenarios de riesgo para una estimulación limitada, cada día es más frecuente escuchar un nuevo escenario, cuyo protagonista es el poco tiempo de calidad que dedican los padres a compartir con sus hijos, ya sea porque las nuevas tecnologías los reemplazan en esta labor o porque otras obligaciones como el trabajo, ocupan su tiempo. Lo anterior se ve respaldado por el estudio realizado por la UNICEF (2017) en 74 países de todo el mundo; donde encontraron que más de la mitad de los niños entre 3 y 4 años no compartían actividades de juego con sus padres.

Después de leer el blog el lector puede quedarse con la duda sobre si la estimulación temprana es mala o no. En realidad, no, si se realiza de manera adecuada. La clave radica en cómo se entiende la estimulación y lo que se pretende lograr con ella. Recuerde que la primera etapa de vida de los niños es un periodo determinante donde se les debe permitir explorar con seguridad su ambiente, para así poder desarrollar el potencial de sus habilidades. El mundo es un entorno totalmente desconocido para ellos, todo lo que les rodea son estímulos absolutamente ricos y, de por sí, abrumadores por su novedad. Para alcanzar un desarrollo óptimo en niños sin dificultades o factores de riesgo no son necesarias intervenciones o programas adicionales, solo el deseo de sus cuidadores por acompañarlos en el proceso. De esta manera, el tiempo de calidad donde puedan desarrollar actividades conjuntas que estimulen de manera sencilla y adecuada sus procesos psicológicos (atención, memoria, lenguaje, motricidad, autoconcepto, entre otros)  mediante el juego, la lectura, las historias o la música, se vuelve un factor primordial en el éxito de la primera etapa de vida. Para mayor información sobre actividades de estimulación sencillas desde el hogar, les compartimos el enlace a una guía de actividades publicada por la UNICEF para el desarrollo del niño en la primera infancia. 

Referencias

Banco de boletines Universidad Nacional Autónoma de México. (4 de enero de 2003). La estimulación temprana a los niños debe ser integral: Alma Mireia López. https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2003/2003_007mmm.html 

Brenes, J. C., Lackinger, M., Höglinger, G. U., Schratt, G., Schwarting, R. K. y Wöhr, M. (2016). Differential effects of social and physical environmental enrichment on brain plasticity, cognition, and ultrasonic communication in rats. Journal of Comparative Neurology, 524(8), 1586–1607. http://dx.doi.org/10.1002/cne.23842

Bonnier, C. (2008). Evaluation of early stimulation programs for enhancing brain development. Acta Paediatrica, 97(7), 853-858. http://dx.doi.org/10.1111/j.1651-2227.2008.00834.x

Campos, A. L. (2014). La Neuroeducación: descartando neuromitos y construyendo principios sólidos. Recuperado de https://campus.autismodiario.com/wp-content/uploads/2016/09/Neuroeducacion-ALC.pdf

Engle, P. L. y Black, M. M. (2008). The effect of poverty on child development and educational outcomes. Annals of the New York Academy of Sciences, 1136, 243. http://dx.doi.org/10.1196/annals.1425.023

Sibaja, J.,Sánchez, T., Rojas, M. y Fornaguera, J. (2016). De la neuroplasticidad a las propuestas aplicadas: estimulación temprana y su implementación en Costa Rica. Revista Costarricense de Psicología, 35(2), 94-112. http://dx.doi.org/10.22544/rcps.v35i02.06

Pietropaolo, S., Branchi, I., Cirulli, F., Chiarotti, F., Aloe, L. y Alleva, E. (2004). Long-term effects of the periadolescent environment on exploratory activity and aggressive behaviour in mice: social  versus physical enrichment. Physiology & Behavior, 81(3), 443-453. http://dx.doi.org/10.1016/j.physbeh.2004.02.022

Ramos, E., Pincay, S., Llanos, G. y Vinueza, C. (2019). Estimulación temprana sinónimo de un mejor desarrollo infantil. RECIAMUC, 3(1), 164-180. https://doi.org/10.26820/reciamuc/3.(1).enero.2019.1164-180 

Tresserra, M. P. (2016). Desarrollo del cerebro y riesgos de la sobreestimulación en la infancia. Aula de infantil, (85), 25-26.

UNICEF. (16 de junio de 2017). More than half of young children deprived of play and early learning activities with their fathers. https://www.unicef.org/press-releases/more-half-young-children-deprived-play-and-early-learning-activities-their-fathers

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