PIENSA CON EL CORAZÓN

PIENSA CON EL CORAZÓN

.

Por: Alejandro Roncancio
Miembro SIEPSI

Es usual oír a la gente decir “Piensa con el cerebro, no con el corazón”, lo que equivale a decir, que tus decisiones sean producto de un proceso racional y no llevado por emociones o sentimientos. Aplicando esto a la metacognición sería “piensa sobre tus pensamientos de manera racional, no dejes que las emociones influyan en tu proceso”. Sin embargo,  ¿es esto posible? ¿Podemos alejar nuestras emociones de nuestro proceso reflexivo?¿Podemos utilizar nuestras habilidades metacognitivas para despertar distintas emociones? ¿Pueden las emociones retroalimentar nuestro pensar para ayudarnos a mejorar en nuestro desempeño académico?

Contrario a lo que se cree, no podemos separar la forma en cómo tomamos decisiones de nuestras emociones. Las emociones guían en muchas ocasiones nuestros procesos de razonamiento (Sunstein y Thaler, 2008). El proceso contrario también es posible, podemos utilizar nuestros pensamientos para activar emociones en nosotros. Tal vez, ya te has dado cuenta que piensas diferente cuando estás triste que cuando estás contento (y si no, haz memoria). Lo interesante de todo esto, es que podemos usarlo a nuestro favor para mejorar nuestras habilidades metacognitivas, estados de ánimo y ponernos en alerta ante posibles riesgos en el aprendizaje.

Se han identificado dos variables relacionadas con el estado de ánimo que parecen mejorar el desempeño en habilidades metacognitivas, las cuales son el autoconcepto y los ‘yo’ posibles (Frazier, Schwartz y Metcalfe, 2021). Estas variables hacen referencia a la manera en que uno se ve a sí mismo y en las múltiples formas en que uno se percibe en el futuro. Para ilustrarlo, supongamos que una estudiante debe hacer un ensayo sobre las relaciones entre el cambio climático y la libertad personal. Según ella, esta actividad es muy demandante, tanto porque carece de la información necesaria, como porque el maestro es muy exigente, o sus habilidades de escritura no son tan sobresalientes. A pesar de estas limitantes, se percibe con las capacidades para suplir dichas dificultades, y más aún, reconoce que superando estos retos se acerca a las múltiples personas que quisiera llegar a ser, alguien capaz de expresarse bien de forma escrita, capaz de comprender el cambio el climático, sostener discusiones sobre el tema y poder mejorar el mundo en el que vive. 

La forma en cómo ella se ve a sí misma y sus yo posibles, le ayudarán a tener buen estado de ánimo, pero también, la llevarán a hacer uso de habilidades metacognitivas para hacer de la mejor forma la actividad que se le pide. Durante el proceso se estará monitoreando, buscará saber si está entendiendo la información consultada, creará relaciones con otras fuentes consultadas, planeará los pasos para realizar su ensayo y revisará si dicho texto cumple con lo que se le pide. En otras palabras, hará uso de sus recursos metacognitivos. Pero puede darse el caso contrario, si la estudiante no se siente capaz de realizar la tarea, se siente intimidada o incluso creyéndose capaz, no logra articular lo que se le pide con sus yo posibles, entonces la forma en que se aplican sus habilidades de conocimiento y control no serán de la misma manera (Oyserman y Dawson, 2019). Es importante resaltar, que no se trata de si la tarea es difícil o no, sino de las creencias en sus capacidades y lo que puede llegar a ser. 

Los procesos metacognitivos también pueden influir en los estados de ánimo (Winne, 2017). Una forma en como esto sucede, es mediante las preguntas de autorreflexión, con las cuales el aprendiz puede ser capaz de identificar motivaciones que no se habían hecho evidentes en primer momento ¿por qué quiero aprender esto?¿para qué me sirve lo que estoy aprendiendo?¿en qué me ayuda a ser la persona que quiero ser? Otra manera en que la metacognición nos ayuda a tener emociones positivas tanto para nosotros mismos como para lo que estamos aprendiendo, es que nos permite percatarnos de que estamos mejorando en lo que queremos mejorar, o que estamos avanzando en un campo determinado. En muchas ocasiones hacemos caso omiso de los progresos que hemos hecho, lo que lleva a no reconocer las potencialidades o creer en la falta de agencia, lo que nos lleva a otro modo en que la metacognición nos permite emociones placenteras. 

Una de las causas de frustración, es que a pesar de tantos de esfuerzos y tiempo dedicado en aprender un tema o habilidad en específico, no se aprende nada o se avanza muy poco, lo que se debe en muchas ocasiones a una metodología de estudio no adecuada, y es ahí donde la metacognición nos ayuda a ver las posibles fallas y cómo podemos mejorarlas evitando sentimientos de frustración.

Aunque hemos hablado de cómo la metacognición favorece emociones placenteras en el aprendizaje, y cómo las emociones agradables también influyen en los procesos metacognitivos, es importante alertar de dos peligros. El primero de ellos es que un proceso metacognitivo mal llevado se ha asociado con sensaciones de ansiedad, tristeza y procrastinación (Spada et al., 2008). Lo cual se puede producir si en la evaluación del proceso de aprendizaje la persona se queda más en lo que no ha podido aprender, lo que ha salido mal, o las herramientas que no posee. De este modo, hay que tener precauciones al momento de aplicar herramientas metacognitivas.  

El segundo riesgo, es que excesos de emociones de confianza en un estudiante no siempre son recomendables, sentirse demasiado seguro de sí mismo y de sus capacidades, puede llevar a dejar las cosas a último minuto, no dedicar el tiempo suficiente en sus jornadas, o sensaciones de frustración cuando no obtenga los resultados esperados (Frazier, Schwartz y Metcalfe, 2021). Por lo que es necesario tener un sano equilibrio en este tipo de experiencias.

Para terminar, piensa en esa actividad académica que te causa emociones desagradables ¿Por qué debes hacerla?¿Qué herramientas tienes para afrontarla? ¿Cómo ayuda a formar tus yo posibles? ¿Cómo te sientes en este momento?

Referencias

Frazier, L; Schwartz, B y Metcalfe, J; (2021). The MAPS  model of self-regulation: integrating metacognition, agency, and possible selves.

Oyserman, D. & Dawson, A. (2019) Identity-based motivation and the paradox of the future self: Getting going requires thinking about time (later) in time (now): Commentary to Hoerl and McCormack. Brain and Behavioral Sciences.

Spada, M; Nikcevic, A; Moneta, G y Well, A. (2008). Metacognition, perceived stress, and negative emotion. Personality and individual differences (4), pp. 1172-1181. 

Thaler, R y Sunstein, C; (2017). Un pequeño empujón. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona.

Winne, P. ( 2017). Cognition and metacognition within self-regulated learning. En Schunk y Greene(ed), Handbook of self-regulation of learning and performance. (2 ed, pp. 36-48)

Add Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *